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Decisiones políticas que no coinciden con los ciclos biológicos

Claramente, el campo tiene frente a sí dos noticias: una buena y una mala para el año que viene. La primera es la recuperación del nivel de lluvias y la casi segura llegada del Niño, que repres...

Claramente, el campo tiene frente a sí dos noticias: una buena y una mala para el año que viene. La primera es la recuperación del nivel de lluvias y la casi segura llegada del Niño, que representa para la región precipitaciones iguales o mayores por encima del promedio, para la campaña 2023/24. Luego de tres ciclos con evento Niña, las lluvias permiten alentar una esperanza con el trigo que ya comenzó a implantarse y una perspectiva favorable para los granos gruesos. La ganadería, a su vez, también podrá recuperar pasturas.

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La mala es el contexto internacional de precios que, a diferencia del ciclo pasado, se presenta como bajista. La producción en alza de Brasil y Estados Unidos, acompañada por un clima favorable para los cultivos, además de otros condimentos económicos como la fortaleza del dólar respecto de otras monedas exhiben un horizonte de precios en caída si se los compara con los de las últimas campañas.

Clima y mercados, en definitiva, son los factores de riesgo habituales para el negocio del agro, se sabe. En la Argentina, sin embargo, hay un tercer factor, diferente al de gran parte del resto del mundo: el político.

En un año electoral, las incertidumbres son mayores que las certezas. Gane quien gane, el próximo gobierno deberá enfrentar una dura restricción monetaria, consecuencia del mal manejo económico de los últimos cuatro años. Pero si hay un sector de la economía que está en condiciones de hacer un aporte concreto para hacerle frente a esa dificultad es el campo. El interrogante que se abre es si la dirigencia política y los economistas que la circundan podrán comprender, alguna vez, que las decisiones que toman para la actividad que genera el 70% de las divisas genuinas que ingresan en el país tienen que tener en cuenta los ciclos biológicos de la producción.

En otras palabras, un candidato que ahora hable de levantar los cupos a las exportaciones de trigo, por ejemplo, o plantee una reducción, baja o eliminación de los derechos de exportación está en condiciones de influir en las decisiones de siembra que se toman ahora. De igual manera, los que finalmente compitan en las PASO de agosto próximo si pudieran comprender el ciclo de la soja o el maíz tendrían que tener definiciones claras.

Esta semana, en el Congreso de Maizar, hubo un ejemplo de ello. Entre los dirigentes de primera línea que estuvieron como el expresidente Mauricio Macri, el senador Alfredo Cornejo y los economistas Diana Mondino y José Luis Espert también participó el jefe de Gobierno de la Ciudad, Horacio Rodríguez Larreta. El precandidato del PRO insistió en que llevará a cero las retenciones para unos 200 productos de las economías regionales, pero que el resto tendrá un sendero de reducción sobre el que no dio precisiones. Para los cultivos extensivos, que más aportan a las divisas, sabe a poco.

Quizás la cautela esté predominando entre los asesores del jefe de Gobierno porteño, tomando en cuenta el antecedente de Macri que, antes de las elecciones de 2015, prometió en la plataforma de Cambiemos que las retenciones a la soja iban a bajar 5% al año hasta el fin de su mandato. Como se recordará, solo pudo cumplir el primer año.

Aun cuando el nivel de precios de los granos sea menor que la campaña pasada, para 2024 el campo será uno de los motores claves de la economía. Cualquier aspirante a ocupar el sillón de Ministro de Economía o presidente del Banco Central sabe que gran parte de las divisas vienen de una sola actividad. Una propuesta más contundente respecto de lo que proyecta hacer a partir del 10 de diciembre puede tener una respuesta en el corto plazo.

No se trata de capturar el “voto del campo” porque esta idea es debatible. Hay quienes creen que una definición sobre política agropecuaria puede traducirse en un mayor caudal electoral en la región pampeana y en la franja central del país. Otros, en cambio, sostienen que la “ruralidad”, entendida como el espacio que no se reduce solo a los productores sino a quienes están vinculados directa o indirectamente con el campo, no es receptiva a tales definiciones. En todo caso, la evidencia demuestra que cuando hay un horizonte claro y reglas similares a las vigentes en los países de la región, en cuanto a estabilidad económica, el campo responde con más inversiones. Será cuestión de tener en cuenta que ese escenario también pueda ser comprendido, alguna vez, por la dirigencia política. El agro también puede continuar haciendo su tarea para que, alguna vez, eso se logre.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/economia/campo/decisiones-politicas-que-no-coinciden-con-los-ciclos-biologicos-nid03062023/

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